Comer Kit Kat trae buena suerte y éxito profesional, según esta deliciosa tradición japonesa
Si hay algo que los japoneses tienen en demasía son las costumbres pintorescas. ¡Su creatividad no tiene límites! Y cuando se trata de la buena suerte, son unos expertos. Ya sea con la disposición de los objetos en casa, los aromas o amuletos, la cultura oriental es la pionera en rodear a las personas de llamadores de la buena suerte.
Y un caso curioso que no todos conocen tiene que ver con una de las golosinas más conocidas en el mundo: los Kit Kat. Al parecer, los japoneses consideran que este chocolate es un amuleto para la buena suerte, y a continuación te contamos la historia detrás.
Los Kit Kat simbolizan la buena suerte en Japón
Estos populares chocolates no solamente son para deleitar paladares, ¡atraen la buena suerte! Nestlé Japón describe a su propio chocolate como amuleto de buena suerte para los estudiantes que toman exámenes. Es por eso que cada vez que un estudiante está estudiando para preparar una prueba, recibe de sus seres queridos varios Kit Kat. ¡Incluso llevan chocolates para que los acompañen mientras rinden el examen!
Y es que en el dialecto Kyushu, los japoneses pronuncian Kitto Katto para nombrar al chocolate, una expresión que fonéticamente es similar a kitto katsu, usada para expresar que algo seguramente saldrá bien o que no vas a perder en algo. Por este significado detrás es que empezaron a usarse los chocolates como símbolo de fortuna en exámenes, y luego se extendió a todos los ámbitos de la vida.
Así que los Kit Kat se transformaron en una condición indispensable si la intención es salvar un examen, o tener éxito en lo que los japoneses se propongan. Incluso Nestlé ha creado ediciones especiales de envoltorio en las que se transmiten mensajes con buenos deseos para quienes reciben los chocolates.
Sin dudas es una bonita costumbre que los japoneses han hecho de algo tan corriente como comer un chocolate, o regalarle uno a alguien. No estaría nada mal adoptarla por el mundo para comer varios dulces, ¿no crees?
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